Las claves de la poda en los viñedos de Arzuaga, en el corazón de la Ribera del Duero

Hace unas semanas compartíamos con vosotros en nuestras redes sociales (FacebookTwitter e Instagram) un vídeo en el que Jorge Sánchez, responsable de viticultura de Arzuaga, os hablaba de una de las prácticas culturales más importantes de nuestra bodega: la poda. Hoy en nuestro blog os hablamos de este momento fundamental en el viñedo, profundizando un poco más en sus objetivos, métodos y función.

La poda, tal y como explicaba Sánchez “es una labor que hay que hacer sin prisa”. Con la vendimia ya terminada, comienzan, aproximadamente en el mes de noviembre, las primeras heladas. Es en ese momento, cuando comienza la poda. Si nos fijamos con más detenimiento en la planta, veremos que en ese punto la viña ha perdido su hoja y ha entrado en parada vegetativa. Es decir, ha bajado todas sus reservas hacia las raíces y ya no se le hace daño con los cortes. Por tanto, la poda en Arzuaga se lleva a cabo en el periodo comprendido entre los meses de noviembre y marzo.

Pero, ¿cómo se decide en qué fecha se poda un viñedo u otro? “Normalmente la fecha de poda de unas viñas u otras las decidimos en función del riesgo de helada que presenta ese viñedo”, señala Sánchez. Así, se trata de evitar que la brotación de la viña coincida con un momento de temperaturas muy bajas, alargando, si es necesario el momento de la poda. Y es que, tras esta práctica, la temperatura del suelo sube durante los meses posteriores y las viñas brotan por las yemas que se han dejado.

Centrándonos en el proceso de poda en sí, cabe destacar que, como os contaremos más adelante, de él dependerá la calidad de la uva que se recogerá en la vendimia. La poda no es un proceso tan llamativo como otros que se realizan en el viñedo, pero su importancia es enorme. En este sentido, es fundamental que los cortes realizados busquen también esa consecución de la máxima calidad. En Arzuaga realizamos una poda corta, buscando una distribución en la que los racimos no se toquen entre sí. El resultado es menos cantidad de uva, pero de una gran calidad. Cabe destacar, que el podador no solo ha de pensar en la distribución y la poda de este año, sino que también ha de tener en cuenta los años siguientes. Por ello, tal y como indica Jorge Sánchez, “siempre hay retoques que se pueden hacer, por ejemplo conseguimos rebajar un poco la altura de la cepa sacando un pulgar nuevo, que luego será nuestro brazo”.

La poda y la calidad de la uva

Y es que la poda es una de las acciones más importantes a llevar a cabo en los viñedos y de ella dependerá, en buena parte la calidad de los vinos de cada nueva añada. ¿Por qué? Porque, como os indicábamos anteriormente, solo con una poda adecuada se consigue una uva de la mayor calidad.

El primer factor a tener en cuenta es la distribución de los futuros racimos. En este sentido, es importante calcular el número de yemas que se dejan en cada brazo de la viña, buscando que cuando crezca la uva los racimos crezcan aireados, sin chocarse entre sí.

También hay que tener  en cuenta que el objetivo no es maximizar la cantidad de uva conseguida, sino su calidad. Jorge Sánchez lo explica aludiendo a una “norma de oro en viticultura: calidad no es igual a cantidad”. Por tanto, es mucho más recomendable contar con una menor cantidad de uva que permita una buena maduración y las características adecuadas para la elaboración de nuestros vinos de Ribera del Duero.

Y es que, en Arzuaga sabemos, tal y como resalta Sánchez, que el primer paso para obtener unos vinos de calidad está en el campo. Solo cuidando las viñas y los procesos que en ellas se llevan a cabo podemos ofrecer los mejores resultados.

¡Puedes ver nuestro vídeo sobre la poda en https://www.youtube.com/watch?v=v4a_pi9w8Gc!

 

 

 

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