Arzuaga, la singularidad del viñedo

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El viñedo es el corazón de Bodegas Arzuaga. Allí es donde todo comienza, donde hay que trabajar cada día con mucho cariño y esfuerzo para que los vinos de Arzuaga sean siempre tan especiales como el primer día. De su suelo, de ese clima tan especial en el que crecen, nace su inimitable personalidad. Por eso queremos hacer un pequeño recorrido por sus singularidades, por todos esos detalles que hacen únicos a los vinos de Arzuaga.

Comenzaremos con el lloro de la vid. Entre los meses de noviembre y marzo, con las heladas, la planta entra en estado vegetativo. En ese momento, la vid baja sus reservas a las raíces. Sin embargo, después, cuando la temperatura del suelo alcanza aproximadamente los diez grados, la savia comienza a subir, procedente de esas reservas de la raíz, con el objetivo de llegar a todas las ramas de la planta.

Al estar estas cortadas y no tener la vid ningún brote verde, esta savia se expulsa por el corte de poda. Lo que vemos como lágrimas, por tanto, es la propia savia goteando lentamente.

Otra de las curiosidades de nuestros viñedos es la plantación en páramo. En Arzuaga fuimos pioneros en este tipo de plantación en la Ribera hace más de 25 años, pero, además, en los últimos años hemos comenzado en Arzuaga la plantación de nuevos viñedos en el Páramo de Olivares. La elección de la ubicación no es, ni mucho menos, casual. Los páramos son lugares muy sanos para los viñedos, ya que es muy difícil que se den enfermedades fúngicas.

El Páramo de Olivares está situado a 890 metros de altitud, una característica que influye en la maduración de la uva, ya que se da un mayor contraste entre las temperaturas registradas durante el día y a lo largo de la noche. Esto nos lleva a otro de los conceptos de los que queremos hablaros en este post: la integral térmica. Es una característica muy importante que tiene lugar en los viñedos de la Ribera del Duero. Y es que los contrastes térmicos son muy acusados en la cuenca del Duero, especialmente en verano, con temperaturas muy altas durante el día que caen hasta 20 grados durante la noche. Esta bajada supone que por las noches la planta descanse y se pueda activar nuevamente por el día, para concluir con una maduración lenta y progresiva.

Por último, cuando se acerca ya la vendimia, en los viñedos vivimos un proceso casi mágico. Nos referimos al envero, el momento en el que la uva cambia de color, abandonando el verde de la fruta sin madurar para ir, de manera gradual, adquiriendo el tono tinto que ya anuncia que el proceso de recolección se acerca.

¿Y tú? ¿Conocías estas curiosidades de los viñedos?

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