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Dentro de nuestra apuesta por la innovación y la evolución en la elaboración de vinos, en Bodegas Arzuaga hemos sacado al mercado nuestro último trabajo enológico: Aprisco. Aprisco es un vino blanco de guarda monovarietal de albillo mayor que se presenta en la añada 2019 y que se enmarca dentro de la Denominación de Origen Ribera del Duero.
El nombre del vino es, tal y como señala Ignacio Arzuaga, director general de Bodegas Arzuaga un homenaje a “esos antiguos refugios donde se guardaban las ovejas para pasar la noche”. “En honor a esos refugios, hemos relacionado la guarda de las ovejas con este vino de guarda”, explica.
Este Aprisco está elaborado 100% con la uva albillo mayor que proviene del viñedo con el que contamos en el páramo de Olivares de Duero a 880 metros de altitud. Tras un proceso por el que el vino envejece en torno a dos años en barricas de roble francés de 225 litros y, después, aproximadamente 8 meses en huevos de hormigón, el resultado es un vino untuoso, complejo y gastronómico.
“Este es un vino en el que se han trabajado mucho las lías en la barrica para buscar esa complejidad, esa untuosidad, ese cuerpo, sin perder la acidez que quizá es la característica principal junto a las notas un pelín oxidativas de esta casta”, detalla Ignacio Arzuaga .
Dentro de las características de este Aprisco, el director general de Bodegas Arzuaga destaca que este “es un vino con mucha vida por delante, podemos tomarlo o envejecerlo, ya que lo consideramos un vino blanco de guarda, algo que no es muy habitual en la Ribera del Duero”.
En los últimos años, como sabéis, en Bodegas Arzuaga hemos reforzado su apuesta por la elaboración de vinos gastronómicos y este es el caso también del nuevo Aprisco, un vino “para fusionar con el nuevo concepto de cocina que mezcla muchas especias, sabores y cocinas de distintos países. Un blanco perfecto para el maridaje con recetas más complejas por su potencia, pero también por su elegancia”.
Cata de Aprisco 2019
A nivel visual, Aprisco ofrece un color paja que recuerda al trigo. Al pasar la copa a nariz encontramos un vino con mucha intensidad aromática, muy potente y estructurado, pero en el que no encontramos excesivas notas de madera gracias a los meses que se ha afinado en el hormigón. Es un vino que tiene complejidad, notas de frutos secos como avellanas y cáscara de almendra y notas minerales que nos llevan al suelo donde se encuentra la viña. En boca se presenta un vino untuoso, potente, que llena la boca y es persistente, con una acidez bien marcada que le va a dar frescura pese a ser de guarda.