Con la primavera llega el renacer del viñedo en Arzuaga

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En Arzuaga tenemos la fortuna de ser testigos del ciclo de la vid desde hace tres décadas. Un espectáculo natural único que os aseguramos que merece la pena ser disfrutado. Cada estación del año tiene sus particularidades y sus claves que la hacen especial. Si pensamos en verano, inevitablemente viene a nuestra mente la vendimia. La uva se recoge tras unos meses en los que la planta ha permanecido viva y llena de color y de fruto. En otoño nos encontramos con el cambio de color de las hojas que deja un paisaje espectacular con una paleta de tonos marrones, ocres, naranjas, rojos… En invierno, llega la imponente vid desnuda, sin hoja ni fruto. Pero si nos paramos a pensar lo cierto es que seguramente la primavera sea uno de las estaciones con más magia cuando nos referimos a la viña. Y es que es la estación en la que la vid renace.

Como ya os hemos contado en nuestro blog, en invierno las viñas concentran sus reservas en la raíz para sobrevivir a las bajas temperaturas. Cuando llega la primavera y empezamos a notar en el termostato esos primeros rayos de sol, la savia abandona las raíces y comienza a recorrer de nuevo la planta, extendiéndose por su tronco y llegando a los sarmientos que han permanecido tras la poda.

Por todo ello, la primavera es posiblemente la estación que más fenómenos lleva asociados con ella en la viña. Cuando finaliza el lloro de la vid, los cortes comienzan a sellarse y las yemas restantes en cada sarmiento empiezan a cubrirse de una sustancia algodonosa. Estamos a las puertas de la brotación. Por este proceso comienzan a aparecer los primeros brotes verdes, esos que nos anuncian el inicio de un nuevo ciclo. Un momento muy bello visualmente y muy importante en el desarrollo del racimo. Tras la brotación, unas semanas más tarde, asistiremos a uno de los momentos más desconocidos y más bellos del ciclo de la vid: la floración. ¿Habéis visto alguna vez la flor que se da en los viñedos? Os aseguramos que es de una belleza impresionante. Esta flor será fecundada más adelante y se llegará a convertir, meses después, en el fruto que se recogerá durante la vendimia, en la uva con la que elaboraremos una nueva añada de nuestros vinos.

No cabe duda de que el renacer de los viñedos es un espectáculo natural único que trae consigo la primavera. Si queréis vivirlo de cerca, ¡os esperamos en Arzuaga!

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