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Como seguramente ya sabéis, Bodegas Arzuaga se encuentra en Quintanilla de Onésimo, en el corazón de la Ribera del Duero. Desde hace 25 años elaboramos nuestros vinos en la milla de oro de una de las denominaciones de origen más destacadas de España. Pero además, en 1997 Florentino Arzuaga, fundador de Bodegas Arzuaga, apostó por Castilla-La Mancha atraído por el mundo del aceite y, en particular, por la variedad de la oliva Cornicabra, la cual alcanza su máximo esplendor en la zona de los Montes de Toledo. Tras comenzar la elaboración de aceite y en busca de nuevos terrenos para la plantación de olivos, Florentino Arzuaga encontró la finca ‘La Solana’, idónea para la plantación de viñedos en la localidad de Malagón, provincia de Ciudad Real. Ahí surgió el germen de nuestro Pago Florentino, un vino elaborado con uva cencibel y que ha alcanzado la denominación Vino de Pago con una gran calidad y altas cotas de reconocimiento por parte de prescriptores y consumidores.
Hoy en día continuamos cuidando nuestro viñedo en Malagón y disfrutando de las diferentes etapas del ciclo de la vid. Por eso, desde este blog queremos compartir con vosotros uno de los momentos más especiales de los que vivimos en este espectáculo natural que es el viñedo: el cuajado, el momento en el que empezamos a ver lo que serán los racimos que recogeremos en la próxima vendimia.
Verdes, aún muy pequeños y, por supuesto, sin la uva formada. Pero ya están en el pago. Ya podemos comprobar cómo se encuentran en la viña esas primeras muestras de lo que en unos meses será la cencibel con la que elaboraremos la añada 2022 de Pago Florentino.
Después de casi tres décadas trabajando en el viñedo tenemos claro que el ciclo de la vid es un auténtico espectáculo natural. Estación a estación la viña nos ofrece siempre algo hermoso que disfrutar y que descubrir. Pero lo cierto es que, aunque cada momento tiene su indudable belleza, este del cuajado que la primavera ha traído a los viñedos de Pago Florentino es uno de los más especiales. Después de recoger la uva en vendimia, cuando ya entramos en pleno invierno y las ramas quedan desnudas, el ciclo se reinicia, comenzamos un nuevo camino que, con el cuajado, ya empieza a mostrarnos los primeros signos de lo que será su final una añada más, de esos racimos que recogeremos con mimo para elaborar nuestro vino manchego.